Consultanos por compras fuera de la Argentina y forma de pago a VentasNinaPezEdiciones@gmail.com
Los recuerdos, las vivencias y las experiencias de vida trascienden la memoria racionalizada; nacen, viven y se desarrollan en la piel, recorren las venas, sangran y constituyen los cuerpos.
Quizás en la epidermis se albergan y resisten evocaciones ancestrales de todo tipo, ignoradas por las historias oficiales, e inevitables constructoras de la identidad individual y colectiva. Historias de las diferencias y similitudes, de lo moral e inmoral, de los encierros y las libertades; una extensa lista de dualidades que se definen por oposición, sin finalmente determinar los sentires.
La Pachamama Madre Tierra y la fuerza de los Andes, las había dotado con su propio poderío, las había hecho brotar desde su matriz, las había nutrido con sus aguas de manantial y había alimentado sus bocas con los frutos de aquella región tan alta como ellas.
Venían de otra cima del mundo. Venían de la mismísima tierra. Y allí rindiendo culto solo a la madre naturaleza, le hablaron a los ajayus del viento, del sol y de la nieve, agradeciendo por favorecer el viaje.
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Los recuerdos, las vivencias y las experiencias de vida trascienden la memoria racionalizada; nacen, viven y se desarrollan en la piel, recorren las venas, sangran y constituyen los cuerpos.
Quizás en la epidermis se albergan y resisten evocaciones ancestrales de todo tipo, ignoradas por las historias oficiales, e inevitables constructoras de la identidad individual y colectiva. Historias de las diferencias y similitudes, de lo moral e inmoral, de los encierros y las libertades; una extensa lista de dualidades que se definen por oposición, sin finalmente determinar los sentires.
La Pachamama Madre Tierra y la fuerza de los Andes, las había dotado con su propio poderío, las había hecho brotar desde su matriz, las había nutrido con sus aguas de manantial y había alimentado sus bocas con los frutos de aquella región tan alta como ellas.
Venían de otra cima del mundo. Venían de la mismísima tierra. Y allí rindiendo culto solo a la madre naturaleza, le hablaron a los ajayus del viento, del sol y de la nieve, agradeciendo por favorecer el viaje.