Consultanos por compras fuera de la Argentina y forma de pago a VentasNinaPezEdiciones@gmail.com
Segunda edición
Ocho relatos, como dibujos de instantes a mano alzada, de búsqueda y de caminos. A estos personajes se les ha capturado cuando viajan, cuando olvidan, cuando vuelven o se interpelan, se esconden o se muestran carne a la intemperie. También cuando temen, y se dejan caer como gotas por el borde de la mesa. Cada historia está atravesada por un hilo que se va tejiendo entre los huecos de la piel de humanos imperfectos. Sus heridas, sus máscaras, los objetos y colores que construyen su realidad y el filo de esta cuando se hace vidrio a sus pies. Por sus formas de esquivar o perderse en cada paso, puede parecer que están a la deriva, pero quizás esa sea la magia de la palabra, el poder describir y dar sentido a un instante y que, a partir de ahí, sea nuestra historia la que pueda abrir posibilidades infinitas.
Te dije que quizás los árboles que sembramos nos
representaban a cada uno de nosotros.
Y que me imaginaba a todos mis compañeros del jardín
parados en el lugar de su árbol, cargando el peso de sus vidas.
Algunos encorvados, otros sin ramas, otros erguidos,
con flores, acaso felices. Todos ahí en el mismo sitio,
pero sin tocarse, uno al lado del otro,
creciendo en soledad.
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Segunda edición
Ocho relatos, como dibujos de instantes a mano alzada, de búsqueda y de caminos. A estos personajes se les ha capturado cuando viajan, cuando olvidan, cuando vuelven o se interpelan, se esconden o se muestran carne a la intemperie. También cuando temen, y se dejan caer como gotas por el borde de la mesa. Cada historia está atravesada por un hilo que se va tejiendo entre los huecos de la piel de humanos imperfectos. Sus heridas, sus máscaras, los objetos y colores que construyen su realidad y el filo de esta cuando se hace vidrio a sus pies. Por sus formas de esquivar o perderse en cada paso, puede parecer que están a la deriva, pero quizás esa sea la magia de la palabra, el poder describir y dar sentido a un instante y que, a partir de ahí, sea nuestra historia la que pueda abrir posibilidades infinitas.
Te dije que quizás los árboles que sembramos nos
representaban a cada uno de nosotros.
Y que me imaginaba a todos mis compañeros del jardín
parados en el lugar de su árbol, cargando el peso de sus vidas.
Algunos encorvados, otros sin ramas, otros erguidos,
con flores, acaso felices. Todos ahí en el mismo sitio,
pero sin tocarse, uno al lado del otro,
creciendo en soledad.